martes, diciembre 25, 2007

Devoción a la Divina Misericordia




Di a la humanidad angustiada que se refugie en mi Corazón Misericordioso y Yo lo llenaré de paz. La Humanidad no encontrará paz hasta que no se vuelva con confianza a Mi Divina Misericordia.
(Palabras de Jesús a Sor Faustina)

La tarde, cuando me hallaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano alzada en actitud de bendecir y la otra tocaba la vestidura sobre el pecho, salían dos grandes rayos, uno rojo y otro claro.En silencio tenía yo fija mi mirada en el Señor, mi alma fue presa de temor, pero también de gozo. Después de algunos momentos Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, con la inscripción Jesús en Vos confío. Deseo que esta imagen sea venerada, primero en vuestra capilla, y (después) en el mundo entero.Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. Prometo también la victoria sobre (sus) enemigos ya en esta tierra, especialmente en la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como a mi propia gloria. Ofrezco a los hombres un recipiente con el cual podrán venir a sacar gracias de la fuente de la Misericordia: este recipiente es esta imagen con la inscripción Jesús en Vos confío.Más tarde Jesús mismo explicó a Sor Faustina el significado de los dos rayos: Los dos rayos significan la Sangre y el Agua: el rayo claro representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo representa la Sangre que es la vida de las almas. Estos dos rayos brotaron desde las entrañas de mi más tierna Misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto por una lanza en la cruz. Bienaventurado aquel que vive al amparo de ellos, porque la mano justa de Dios no llegará a tocarlo.Jesús prometió grandes gracias a los que veneraran esta imagen y Sor Faustina anotó muchas de ellas en su Diario. Citemos un ejemplo: “Por medio de esta imagen concederé muchas gracias a las almas; ella ha de ser también un recuerdo de las exigencias de Mi Misericordia, porque la fe, aunque muy fuerte, para nada sirve sin obras”.

LA HORA DE LA GRAN MISERICORDIA
En una visión Sor Faustina comprendió que Dios bendecía la tierra a causa de Jesús. En su Diario escribe: “Vi una gran luz y en su centro a Dios Padre. Entre esa luz y la tierra vi a Jesús, clavado en la cruz, de tal manera que Dios, queriendo mirar la tierra, debía hacerlo a través de las llagas de Jesús. Comprendí que Dios bendecía la tierra a causa de Jesús”. Una de las devociones más amadas de Nuestro Señor es la veneración de su Pasión, en especial, a la hora en que Él había muerto en la cruz. El misterio de su muerte y Resurrección nos abrió las puertas del Cielo. Jesús pide que lo recordemos en aquella hora bendita como lo ha manifestado a Sor Faustina: “A las tres de la tarde implora mi Misericordia especialmente para los pecadores, y aunque sea un breve instante, piensa en mi Pasión, sobre todo en el abandono en el momento de mi agonía. Es la hora de la gran Misericordia para todo el mundo...En esa hora no rehusaré nada al alma que me pida algo apelando a Mi Pasión”. (1320).

NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA
Jesús pidió a Sor Faustina que se preparara a la Fiesta de la Divina Misericordia con una novena que debía comenzar el Viernes Santo para terminarla en la víspera del primer domingo después de Pascua।“Deseo que durante estos nueve días lleves las almas a la fuente de mi Misericordia para que de ella saquen fuerza y alivio y toda clase de gracias que necesiten en los trabajos de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada día llevarás a mi Corazón un grupo diferente de almas y las sumergirás en este océano de mi Misericordia y Yo introduciré a todas estas almas en la casa de mi Padre. Ésto lo harás en esta vida y en la futura. No negaré nada a ningún alma que tú lleves a la fuente de mi Misericordia. Cada día pedirás a mi Padre las gracias necesarias para estas almas, apelando a mi amarga Pasión” (1209).En cuanto, pues, a la novena como preparación a la Fiesta de la Misericordia, ésta se recomienda vivamente de acuerdo al expreso deseo de Nuestro Señor para honrar a la Divina Misericordia.Las instrucciones de Nuestro Señor respecto a esta novena son: “Cada día llevarás a Mi Corazón un grupo diferente de almas; las sumergirás en el océano de mi Misericordia. Cada día pedirás a mi Padre gracias por estas almas, apelando a mi amarga Pasión.”








Consagración al Inmaculado Corazón de María





Virgen de Fátima, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la Tierra, refugio de los pecadores, nosotros, adhirièndonos al Movimiento Mariano, nos consagramos de un modo especialicìmo a tu Corazòn Inmaculado.


Con este acto de consagraciòn queremos vivir contigo y por medio de Tì, todos los compromisos asumidos por nuestra consagraciòn bautismal; nos comprometemos a realizar en nosotros esa conversiòn interior, tan requerida por el evangelio, que nos libre de todo apego a nosotros mismos y a los fàciles compromisos con el mundo, para estar, como Tù solo disponibles para hacer siempre la voluntad del Padre.


Y mientras queremos confiarte, Madre dulcìsima y misericordiosa, nuestra existencia y vocaciòn cristiana, para que Tù dispongas de ellas para Tus designios de salvaciòn en esta hora decisiva que pesa sobre el mundo, nos comprometemos a vivirla segùn tus deseos, en particular por lo que se refiere a un renovado espìritu de oraciòn y de penitencia, a la participaciòn ferborosa en la celebraciòn de la Eucaristìa y el apostolado, al rezo diario del Santo Rosario y a un austero modo de vida, conforme al evangelio, que sea un buèn ejemplo para todos en la observancia de la ley de Dios, en el ejercicio de las virtudes cristianas, especialmente de la pureza.


Te prometemos también estar unidos al Santo Padre, a la Jerarquía y a nuestros sacerdotes, para oponer asì una barrera al proceso de contestaciòn al Magisterio, que amenaza los fundamentos mismos de la Iglesia.


Bajo Tú protección queremos tambièn ser los apóstoles de esta tan necesaria unidad de oración y de amor al Papa sobre el cuàl invocamos de Tì una especial protecciòn.
Finanlmente, te protemos llevar a las almas con las cuàl entremos en contacto, en cuanto nos sea posible, a una renovada devociòn hacia Tì.


Concientes de que el ateìsmo ha hecho naufragar en la fe a un gran nùmero de fieles, de que la desacralizaciòn ha entrado en el Templo Santo de Dios, de que el mal y el pecado se propagan cada ves mas en el mundo, nos atravemos a levantar, confiados, los ojos a Tì, Madre de Jesùs y Madre nuestra misericordiosa y poderosa, y tambièn hoy, invocar y esperar de Tì la salvaciòn para todos tus hijos. ¡ Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María !